Nuestros
deseos y ambiciones nos colocan en un estado de conflicto y disputa con
otras personas que suelen querer lo mismo que nosotros aspiramos.
¿Cómo evitar inútiles conflictos y enfrentamientos dolorosos e innecesarios?
Recordamos
a esta altura de nuestra reflexión las palabras del General Perón:
“Cada uno es artífice de su propio destino”. Esta máxima evita que
busquemos “culpables” por nuestros eventuales infortunios. Más bien nos
ayuda a comprender que nuestra propia conducta y nuestras decisiones
tejen el entramado de nuestros días.
A su vez, la sentencia a la cual aludimos se relaciona íntimamente con otra verdad ineludible, la de que:“NADIE
SE REALIZA EN UNA COMUNIDAD QUE NO SE REALIZA” JUAN PERÓN. Esto nos
conduce a comprender que el destino particular está interrelacionado con
el de los demás. Que existe un destino individual que no puede escapar
del destino grupal. Por esto afirmamos que existe un destino entramado.
La
mejor definición de entramado, en el orden social, nos dice que: es un
conjunto de acciones o sucesos, pensamientos e intenciones relacionadas
entre sí, que forman un todo que interactúan e interrelacionan a los
individuos con su destino y el de sus semejantes en común.
Por
esto hemos considerado que sólo una conducta ética, prolija y
desinteresada nos llevan a evitar los arduos dolores del individualismo
egoísta. Comprender a la humanidad como un conjunto indivisible nos hace
mirar la vida desde una óptica mucho más altruista y generosa.
Lo
que reflejamos hacia los demás individuos retorna a nosotros en mil
formas distintas bajo la intencionalidad primogénita que emanamos.
Así
es que cuando alguien perjudica o lastima a una persona establece un
vínculo del cual no podrá liberarse hasta no comprender lo nefasto y
torpe que es el considerarnos distintos y separados de nuestro cuerpo
social.
Por
esto, el bien a los demás redunda en nuestro propio bien; es aquello de
“Realizarnos, cuando nuestra comunidad se realiza”. Esta visión
filosóficamente profunda que Juan Perón estableció como pauta ineludible
en el Movimiento Nacional Justicialista es uno de los factores místicos
que más vida trascendente le dio al peronismo.
Estos
fundamentos son los que hacen del Justicialismo un factor de unidad
nacional, una fuerza conciliadora de clases, una acción política
comprometida con las transformaciones dinámicas y constantes, no
de revoluciones que fundamentan sus acciones con armas y sangre.
En
la vida que es el majestuoso entramado del destino debemos poseer
nuestras cuentas saldadas antes de encontrar las diamantinas playas de
la paz interior.
Nada comienza ni finaliza, todo fluye en dinámico proceso de evolución.
El
bien supremo es el refugio que nos inspira a la compasión universal,
comenzando por el vecino más próximo. Atendemos lo universal desde la
proximidad más inmediata.
Todo redunda a favor de nuestra evolución…
Máximo Luppino
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