martes, 23 de julio de 2013

AMIGO. Por Maximo Luppino


 
Nuestra vida no se edificó sola, de ninguna manera. Nuestra existencia fue forjada desde un centro espiritualmente diamantino, solemne e insondable de infinito amor. Mente cósmica para algunos, Pachamama para otros, el Absoluto, el UNO, la causa sin causa, o simplemente DIOS…

Sea como fuere ya casi nadie puede creer que una “casualidad” incognoscible pudo dar origen a la perfecta creación que nos circunda y en la cual el hombre está inmerso como una “parte” más de un complejo mecanismo evolutivo que a muchos les gusta denominar con el nombre de naturaleza.

Decíamos que nuestra vida no se edificó sola, en los insoslayables parámetros de la cotidianidad siempre hubo ALGUIEN a nuestro lado que nos tendió una mano. Esa mano que fue indispensable para subir ese escalón que tan alto parecía. Ese alguien que cuando tropezamos nos sostuvo con sus brazos de cariño. Aquella persona que disparó la palabra justa en el momento que la vida nos parecía un laberinto sin salida…

Aquel individuo que sin capa de súper héroe, ni títulos de nobleza, supo con una sonrisa hacernos sentir bien…Ese con el cual crecimos juntos, a pesar de  que las distancias caprichosas jugaran a las escondidas. Esos custodios de nuestro ánimo son LOS AMIGOS.

Don Atahualpa Yupanqui decía que: “¡El Amigo es uno mismo con otro cuero!”… Jamás encontré una definición mejor. La expresó un hombre de campo, un boyero cantor, un paisano de a caballo, un poeta de las pampas  argentinas indómitas, un artista del pueblo que cantaba para el pueblo.
Gracias a los nuestros que “tiene otro cuero” pero un similar corazón, y un mismo espíritu. Gracias a los benefactores que propagan la bondad  con la insustituible doctrina del AMOR, simiente fundamental de la amistad.

Pobre de aquellos que se disfrazan de amigos para traicionar, engañar o lucrar.
Le pedimos a DIOS padre que socorra del duro sufrimiento a las personas sin amigos, que el ángel de la bondad aparezca en sus mejores sueños para guiarlos por el sendero dichoso de la amistad.
Sembrar confianza, servicio y afecto para cosechar amigos, el tesoro incomparable de los hombres.


                        Máximo Luppino.

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