APENAS UN RELÁMPAGO
Innumerables constelaciones de mundos fluyen incesantemente en el espacio infinito regidas por infalibles poderosas leyes cósmicas. Todo lo definible y calificable obedece a un ciclo de nacimientos y muertes, de manifestación y no manifestación. Escapar del juego de los claros-oscuros, de los pares de opuestos, del dolor y el placer es el objetivo de los hombres que desean ser libres.
Los caminos para trascender definitivamente el reino humano son diversos, pero el divino denominador común del bien supremo y el amor por la creación toda es indispensable. Todo trabajo y disciplina que esté motivada por el ansia de superación nos conduce a la cumbre de la realización. Desestructurar nuestro intelecto de obsoletas creencias así como de funestas y arcaicas afirmaciones, junto con desterrar todo vestigio de superstición, es también un importante requisito.
Aprender es reconocer nuestra genuina identidad, develar nuestra íntima naturaleza espiritual. O sea, sacar los velos de materia que envuelven nuestra esencia divina, sabernos rayos de manifestación del infinito sol divino. Una incontable miríada de luminosas estrellas da cuenta del derrotero evolucionante del alma humana y de la creación toda. A mayor fuerza de voluntad aplicada, a mayor capacidad de reflejar amor, más velozmente ascendemos rumbo al insondable manantial de dicha sin fin.
Quieto y sereno, amable y comprensivo el Lago Traful nos sonríe con benévola comprensión. Como susurrando a nuestro corazón la grandeza de sus azules aguas cristalinas. Es lago y es roció, mar y rio en belleza suprema encajonada en medio de gigantes macizos de todo silencio. Nos dejamos guiar por su gentil corriente hasta el portal mismo de una paz indescriptible. Tan perfecto y encantado instante nos regaló Traful. Aprendimos a sentirnos piedras en las montañas, nieve blanca en las altas cumbres, hojas frescas en los frondosos bosques de Pinos y Coihues. Y sobre todo, nos sabemos pequeñas gotas celestes de este Lago Traful de pura hermosura.
La experiencia fue como un relámpago en profunda noche tormentosa. Un relámpago que por un infinitesimal momento iluminó los rincones más escondidos de nuestras almas ¡Sólo un relámpago que nos permitió ver un poco más allá de nuestro pesado deambular en la tierra recolectando migajas de conocimiento! Apenas un relámpago de Traful para que jamás vuelvan a invadirnos los antiguos fantasmas de la decepción. Apenas un relámpago de luz magnánima de Traful para prometer a los vientos indomables y rebeldes de nuestra Patagonia que siempre volveremos a mojar nuestras frentes en lago amigo que tanto nos ama. Apenas un relámpago para soñar siempre con el regreso al hogar de DIOS.
Máximo Luppino
Innumerables constelaciones de mundos fluyen incesantemente en el espacio infinito regidas por infalibles poderosas leyes cósmicas. Todo lo definible y calificable obedece a un ciclo de nacimientos y muertes, de manifestación y no manifestación. Escapar del juego de los claros-oscuros, de los pares de opuestos, del dolor y el placer es el objetivo de los hombres que desean ser libres.
Los caminos para trascender definitivamente el reino humano son diversos, pero el divino denominador común del bien supremo y el amor por la creación toda es indispensable. Todo trabajo y disciplina que esté motivada por el ansia de superación nos conduce a la cumbre de la realización. Desestructurar nuestro intelecto de obsoletas creencias así como de funestas y arcaicas afirmaciones, junto con desterrar todo vestigio de superstición, es también un importante requisito.
Aprender es reconocer nuestra genuina identidad, develar nuestra íntima naturaleza espiritual. O sea, sacar los velos de materia que envuelven nuestra esencia divina, sabernos rayos de manifestación del infinito sol divino. Una incontable miríada de luminosas estrellas da cuenta del derrotero evolucionante del alma humana y de la creación toda. A mayor fuerza de voluntad aplicada, a mayor capacidad de reflejar amor, más velozmente ascendemos rumbo al insondable manantial de dicha sin fin.
Quieto y sereno, amable y comprensivo el Lago Traful nos sonríe con benévola comprensión. Como susurrando a nuestro corazón la grandeza de sus azules aguas cristalinas. Es lago y es roció, mar y rio en belleza suprema encajonada en medio de gigantes macizos de todo silencio. Nos dejamos guiar por su gentil corriente hasta el portal mismo de una paz indescriptible. Tan perfecto y encantado instante nos regaló Traful. Aprendimos a sentirnos piedras en las montañas, nieve blanca en las altas cumbres, hojas frescas en los frondosos bosques de Pinos y Coihues. Y sobre todo, nos sabemos pequeñas gotas celestes de este Lago Traful de pura hermosura.
La experiencia fue como un relámpago en profunda noche tormentosa. Un relámpago que por un infinitesimal momento iluminó los rincones más escondidos de nuestras almas ¡Sólo un relámpago que nos permitió ver un poco más allá de nuestro pesado deambular en la tierra recolectando migajas de conocimiento! Apenas un relámpago de Traful para que jamás vuelvan a invadirnos los antiguos fantasmas de la decepción. Apenas un relámpago de luz magnánima de Traful para prometer a los vientos indomables y rebeldes de nuestra Patagonia que siempre volveremos a mojar nuestras frentes en lago amigo que tanto nos ama. Apenas un relámpago para soñar siempre con el regreso al hogar de DIOS.
Máximo Luppino
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