Las pequeñas decisiones que tomamos se van convirtiendo lentamente en ladrillos fundacionales de nuestro remodelado edificio de vida. Opciones de distinto tenor, cotidianas, constantes y sucesivas nos ratifican un rumbo o nos marcan un nuevo sendero a seguir.
Para estar seguros que caminamos en recta dirección debemos ejercitar una profunda introspección de nuestra real intencionalidad. No sea cosa que cuando creemos marchar hacia el dulce celeste paraíso soñado, por autoengaño fruto de la vanidad del EGO, estemos acopiando los secos leños que prenderán el fuego de nuestro infierno interior.
Decidir con la nobleza heroica y desinteresada del corazón es el pasaporte seguro hacia un mañana lleno de certezas y armonías.
Las traiciones, mentiras y zancadillas son un mal “negocio” para los que ejecutan estas rastreras prácticas indignas de un hombre hermano de sus semejantes. Pero las jugarretas de a mente en estado de oscuridad y sombras nos puede llevar a magnas confusiones que derivaran en profundo dolor para todos.
De ninguna manera descalificamos el mundo del PENSAMIENTO, todo lo contrario, sabemos que según los pensamientos que acuñemos con nuestra atención será la vida que viviremos. Los pensamientos son los arquitectos de nuestros futuros episodios.
Pero abogamos por pensamientos límpidos, ajenos al egoísmo especulativo, ideas que emanen del corazón, esto implica conductas y actitudes inclusivas y solidarias. Pensar en el Bien Común antes que en los personales beneficios.
El hipócrita es un concurrente asiduo a una fiesta de disfraces donde es el único asistente, protagonista exclusivo de una sórdida personal vanagloria ¡Al único que engaña es a sí mismo!
Estar fuera del imperio del corazón implica intentar colocarle rejas al ALMA, encerrar las carcajadas, fingir alegrías, mientras, se deteriora el universo de amor real.
Cultivemos un jardín de belleza grupal, permitamos que los fascinantes aromas de distintas flores se fusionen entre sí libremente, escuchando respetuosamente las opiniones diversas.
No queremos un futuro hueco y vacio, no deseamos un mundo de sonrisas impostadas, ni de manos frías. Trabajemos por una sociedad justa a partir de nosotros mismos, a partir de nuestras modestas decisiones personales.
El tan preciado oro no puede comprar los sentimientos de fraternidad y respeto, n cotiza en el cosmos de las realizaciones espirituales, más bien es una distracción que debemos saber manejar.
El corazón reclama susurrando, el viento oxigena soplando, la vida la construimos de a instantes continuos e ininterrumpidos, marchamos hacia donde nos aguarda el destino que hemos construido…
Máximo Luppino
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