RAÍCES DEL ALMA
Encierra el canto la magia creadora de los sonidos dulces. La tierra se armoniza con el cielo y desde las raíces mismas del tiempo, sin registro, los artistas genuinos hablan con la voz de los pueblos.
Desde el jardín de la república subyugó al mundo todo con su talento humilde y sublime. Mercedes Sosa trascendió las áridas fronteras de los esquemas del cantar. Desde su querido Folclore, que siempre amó, abrazó todos los demás géneros musicales. Mercedes mantuvo coherencia ideológica con férrea naturalidad. Sus firmes convicciones jamás fueron violentas ni sectarias. La luz de nuestra “lunita tucumana” brilló en todos los escenarios del mundo. Saltó todas las brechas generacionales; cual una amorosa madre compartió su canto con todos los nuevos artistas de América. En su tránsito a la inmortalidad dejó un camino sembrado de esperanzas. Su vida es de todos los que se conmovieron con su canto, de todos los que soñaron con un mundo mejor. La pachamama o DIOS mismo, el labriego y el artesano, el resero y el estudiante, el deportista y el oficinista, ¡todos amaron su voz!
El pueblo se conmovió, “la negra Sosa” no subiría más a un escenario. Quedó en el país una sensación de pérdida irreparable. Peteco Carabajal, junto a otros cantores, entonaron coplas del corazón junto a ella en el adiós más cálido y sentido que se pudo apreciar. Aplausos sustituyeron a los llantos. Y, desde la muerte misma, montó Mercedes un nuevo y perfecto espectáculo: el de un pueblo unido de la mano de su gigantesco ser. La procesión de recuerdos será infinita, y un coro de alegres changuitos entonarán por siempre sus tonadas desde el corazón.
Si una nación pudo generar una artista de esta magnitud, es cabal prueba de que un futuro mejor se aproxima. Es verdad que la belleza impera sobre la crueldad. Es verdad que Mercedes Sosa es patrimonio del pueblo libre.
Máximo Luppino
martes, 13 de abril de 2010
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