ESTRECHO SINGULAR, AMPLIO PLURAL
El empleo reiterado del YO casi margina a nuestros semejantes de experiencias integradoras y compartidas. Parece que el yo desearía egoístamente destacarse sobre el glorioso NOSOTROS. Evolucionar es aceptar verdades simples pero trascendentes que viven entre toda la raza humana. Por ejemplo, saber que la creación está interrelacionada, que somos interdependientes de nuestros semejantes y de lo que nos circunda. Al conformar un TODO, nos reconocemos como parte de esa manifestación espiritual que nos provee vida y conciencia. ¿Qué acción el hombre realiza solo? ¿Qué pensamiento surgió sin la influencia y motivación de un estímulo concreto superior?... Una definida fuerza subyace dentro de nosotros mismos que nos impele a avanzar, escalar mayores alturas en las majestuosas cordilleras del conocimiento. Sin nuestra familia, sin nuestros amigos, sin la sonrisa de DIOS escondida en la naturaleza; ¿dónde estaríamos?... Por esto es que la expresión del plural nos regocija y encarrila nuestra atención hacia realidades más sutiles. En realidad yo no pienso, NOSOTROS pensamos, ya que nuestro criterio fue forjado por millares de pareceres e ideas que hemos absorbido a lo largo de nuestra vida. También nos debemos a nuestra historia, esa historia que nos dio cierta identidad actual. Debemos pensar en plural. El plural es integrador, posee conceptos participativos; no levanta muros entre nosotros y ellos. Más bien el nosotros y el ellos se funden en un maravilloso y celestial TODOS. Pensando en plural, actuamos en plural. Esto implica la consideración concreta de la realidad de nuestros semejantes. Por todo esto, el plural tiende a superar al yo unilateral y egoísta. Cuando reiteramos una conducta forjamos un hábito, cuando practicamos un hábito generamos un carácter. Cuidemos nuestro pensar, ya que es la única manera de controlar nuestras acciones. Lo importante es plural, los árboles, las flores, los seres humanos, nacimos por NUESTROS padres… El plural brilla sobre el singular…
Máximo Luppino
sábado, 17 de abril de 2010
martes, 13 de abril de 2010
RAÌCES DEL ALMA
RAÍCES DEL ALMA
Encierra el canto la magia creadora de los sonidos dulces. La tierra se armoniza con el cielo y desde las raíces mismas del tiempo, sin registro, los artistas genuinos hablan con la voz de los pueblos.
Desde el jardín de la república subyugó al mundo todo con su talento humilde y sublime. Mercedes Sosa trascendió las áridas fronteras de los esquemas del cantar. Desde su querido Folclore, que siempre amó, abrazó todos los demás géneros musicales. Mercedes mantuvo coherencia ideológica con férrea naturalidad. Sus firmes convicciones jamás fueron violentas ni sectarias. La luz de nuestra “lunita tucumana” brilló en todos los escenarios del mundo. Saltó todas las brechas generacionales; cual una amorosa madre compartió su canto con todos los nuevos artistas de América. En su tránsito a la inmortalidad dejó un camino sembrado de esperanzas. Su vida es de todos los que se conmovieron con su canto, de todos los que soñaron con un mundo mejor. La pachamama o DIOS mismo, el labriego y el artesano, el resero y el estudiante, el deportista y el oficinista, ¡todos amaron su voz!
El pueblo se conmovió, “la negra Sosa” no subiría más a un escenario. Quedó en el país una sensación de pérdida irreparable. Peteco Carabajal, junto a otros cantores, entonaron coplas del corazón junto a ella en el adiós más cálido y sentido que se pudo apreciar. Aplausos sustituyeron a los llantos. Y, desde la muerte misma, montó Mercedes un nuevo y perfecto espectáculo: el de un pueblo unido de la mano de su gigantesco ser. La procesión de recuerdos será infinita, y un coro de alegres changuitos entonarán por siempre sus tonadas desde el corazón.
Si una nación pudo generar una artista de esta magnitud, es cabal prueba de que un futuro mejor se aproxima. Es verdad que la belleza impera sobre la crueldad. Es verdad que Mercedes Sosa es patrimonio del pueblo libre.
Máximo Luppino
Encierra el canto la magia creadora de los sonidos dulces. La tierra se armoniza con el cielo y desde las raíces mismas del tiempo, sin registro, los artistas genuinos hablan con la voz de los pueblos.
Desde el jardín de la república subyugó al mundo todo con su talento humilde y sublime. Mercedes Sosa trascendió las áridas fronteras de los esquemas del cantar. Desde su querido Folclore, que siempre amó, abrazó todos los demás géneros musicales. Mercedes mantuvo coherencia ideológica con férrea naturalidad. Sus firmes convicciones jamás fueron violentas ni sectarias. La luz de nuestra “lunita tucumana” brilló en todos los escenarios del mundo. Saltó todas las brechas generacionales; cual una amorosa madre compartió su canto con todos los nuevos artistas de América. En su tránsito a la inmortalidad dejó un camino sembrado de esperanzas. Su vida es de todos los que se conmovieron con su canto, de todos los que soñaron con un mundo mejor. La pachamama o DIOS mismo, el labriego y el artesano, el resero y el estudiante, el deportista y el oficinista, ¡todos amaron su voz!
El pueblo se conmovió, “la negra Sosa” no subiría más a un escenario. Quedó en el país una sensación de pérdida irreparable. Peteco Carabajal, junto a otros cantores, entonaron coplas del corazón junto a ella en el adiós más cálido y sentido que se pudo apreciar. Aplausos sustituyeron a los llantos. Y, desde la muerte misma, montó Mercedes un nuevo y perfecto espectáculo: el de un pueblo unido de la mano de su gigantesco ser. La procesión de recuerdos será infinita, y un coro de alegres changuitos entonarán por siempre sus tonadas desde el corazón.
Si una nación pudo generar una artista de esta magnitud, es cabal prueba de que un futuro mejor se aproxima. Es verdad que la belleza impera sobre la crueldad. Es verdad que Mercedes Sosa es patrimonio del pueblo libre.
Máximo Luppino
domingo, 11 de abril de 2010
ENTRE EL CUADRO Y EL MARCO
ENTRE EL CUADRO Y EL MARCO
“¡La ambición y la inmediatez atentan contra la inspiración!”. Sin un grado de inspiración sólo hay mediocridad cíclica. Aceptemos pagar el precio del ostracismo material si es necesario, pero jamás dejemos de escuchar la voz del alma, que no es otra cosa que el requerimiento de nuestro ser verdadero. El marco es importante, ya que sostiene y contiene al cuadro. Ahora bien, el objeto de contemplación y belleza es sin lugar a dudas el cuadro. La pintura es la esencia y lo central, el marco es lo periférico y circunstancial. En términos mundanos y materialistas: no mezclar “El millón de dólares con el gancho de chorizos”. El adecuado criterio es el de discernir un correcto orden de prioridades que nos conducen a concretar exitosamente nuestros objetivos. Los hombres, en ocasiones, nos hemos divorciado del insoslayable “Orden Natural”. Y este “olvido” es madre de cuantiosos sufrimientos. ¿De qué nos sirve acumular riquezas materiales si no aprendemos a encontrar nuestra auténtica identidad? Esto equivale a decir si no sentimos felicidad.
En la lucha por estar considerados en los escalafones jerárquicos mundanos terminamos dejando jirones de dicha y de verdad olvidados. Corriendo velozmente hacia cualquier lado sólo aumenta el atolondramiento y la torpeza. Es en las dichosas profundidades de los estados reflexivos y meditativos en los que encontramos el sublime sentido de nuestras vidas. No actuemos como satélites sin rumbo, o como una noche cerrada sin luna.
Más bien trabajemos para ser como el sol de medianoche que ilumina los polos a pesar del transcurrir de las horas. Elevémonos por sobre el ping pong de acción y reacción, ofensas, contraataques, rumores y desmentidas. En concreto, salgamos del sórdido laberinto de la personalidad para sumergirnos en las insondables profundidades de nuestro ser infinito. Por último, aceptemos que cuadro y marco son parte de un todo. Cuando nos deleitamos por la belleza de la pintura; el marco también se siente dichoso…
Máximo Luppino
“¡La ambición y la inmediatez atentan contra la inspiración!”. Sin un grado de inspiración sólo hay mediocridad cíclica. Aceptemos pagar el precio del ostracismo material si es necesario, pero jamás dejemos de escuchar la voz del alma, que no es otra cosa que el requerimiento de nuestro ser verdadero. El marco es importante, ya que sostiene y contiene al cuadro. Ahora bien, el objeto de contemplación y belleza es sin lugar a dudas el cuadro. La pintura es la esencia y lo central, el marco es lo periférico y circunstancial. En términos mundanos y materialistas: no mezclar “El millón de dólares con el gancho de chorizos”. El adecuado criterio es el de discernir un correcto orden de prioridades que nos conducen a concretar exitosamente nuestros objetivos. Los hombres, en ocasiones, nos hemos divorciado del insoslayable “Orden Natural”. Y este “olvido” es madre de cuantiosos sufrimientos. ¿De qué nos sirve acumular riquezas materiales si no aprendemos a encontrar nuestra auténtica identidad? Esto equivale a decir si no sentimos felicidad.
En la lucha por estar considerados en los escalafones jerárquicos mundanos terminamos dejando jirones de dicha y de verdad olvidados. Corriendo velozmente hacia cualquier lado sólo aumenta el atolondramiento y la torpeza. Es en las dichosas profundidades de los estados reflexivos y meditativos en los que encontramos el sublime sentido de nuestras vidas. No actuemos como satélites sin rumbo, o como una noche cerrada sin luna.
Más bien trabajemos para ser como el sol de medianoche que ilumina los polos a pesar del transcurrir de las horas. Elevémonos por sobre el ping pong de acción y reacción, ofensas, contraataques, rumores y desmentidas. En concreto, salgamos del sórdido laberinto de la personalidad para sumergirnos en las insondables profundidades de nuestro ser infinito. Por último, aceptemos que cuadro y marco son parte de un todo. Cuando nos deleitamos por la belleza de la pintura; el marco también se siente dichoso…
Máximo Luppino
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