sábado, 19 de marzo de 2011

CEDRO AZUL


CEDRO AZUL

Era una noche profunda y oscura, apenas iluminada por el centellear fabuloso de relámpagos cercanos. Los intermitentes resplandores de luz descubrían el paisaje de imágenes escondidas tras las sombras nocturnas.

Luego, el cielo rugía bravío desatando rayos y energía, con truenos paralizantes… El viento, que se insinuó al principio con timidez, pronto alcanzó tremenda velocidad; plantas y árboles se inclinaban ante su paso.
Entonces, una lluvia copiosa cayó con vértigo sobre el suelo seco; el agua llegó y la vida resurgía de la mano del sustancial elemento.

En la mañana, los charcos abundaban por doquier, los pájaros se bañaban alegres, libres, en los jardines rodeados de flores blancas, amarillas y violetas. De pronto, vi al joven cedro azul totalmente inclinado, sus raíces habían cedido algún tanto, mientras ramas rotas estaban diseminadas en el húmedo suelo.

Una tristeza vieja resurgió de algún tiempo velado por los calendarios impiadosos… y el cedro inclinado luchaba por no caer…Un madero ofició de puntal, junto a terrones de tierra que colocamos sobre algunas raíces descubiertas.

Los días transcurrieron y la pelea fue librada en cada rama, en todas las hojas; nuestros deseos buenos de forma verde brillante alentaban al joven guerrero; la puja fue heroica... Hoy, dos hermosos pájaros carpinteros de penacho rojo juegan ruidosos en sus ramas lozanas.

El cedro azul vive y cuando lo observo me regala una sonrisa desde el fondo de su alma bella que se abraza con el alma de todas las cosas.

El árbol ya no teme a las tormentas, ahora es amigo del viento que lo inclinó, pero que lo hizo más fuerte, más sabio. Un hilo dorado surgió desde el cedro estrechando todo el jardín, la casa y el barrio todo para elevarse hacia el cielo también azul como su propia naturaleza.

Un murmullo sin tiempo se depositó en su tallo estoico y el cedro se estableció como ejemplo de lucha, como canto de esperanza, en símbolo de felicidad pujante por sobre las dificultades.
Máximo Luppino

martes, 8 de marzo de 2011

ESPERANDO EL AMANECER


ESPERANDO EL AMANECER

Es de noche y el tiempo parece aminorar su marcha. Las horas se esconden entre las sombras del bosque, los deseos aletargan su presuntuosa pasión. Entonces, otro paisaje más sutil se presenta ante nosotros, entre el aplauso verde de viejos cipreses. El silencio nocturno es dueño de todos los encantos, apenas escuchamos el rítmico repiquetear de nuestros propios latidos de vida. Un arroyo cercano canta ancestrales himnos de líquido cristal. Nosotros no sabemos por qué somos tan felices. Aguas compañeras descienden desde los cerros omnipotentes, traen la sana presunción del mágico encanto de las alturas majestuosas. A pesar de jugar alegremente con los misterios de la noche, esperamos la dicha del amanecer. Es que la luz de DIOS en forma de sol nos mantiene agradecidos. Algunos ven, otros escuchan, están quienes sienten o adivinan, los que palpan el latir de la tierra bajo nuestros pies. Es la inmortal naturaleza que regala vida por doquier. Nosotros en Sierra De La Ventana estamos refugiados en un rincón bendecido por estrellas diamantinas. No hay apuro si el alba tarda en llegar, no hay ansiedad si aún no llegamos a ver todo el paisaje de nuestra propia inmortalidad ¡Ya sufrimos menos!... Sentimos el amanecer muy próximo a nuestro corazón…
Un puñado de años encerrados en una sola gota de roció. Muchas vidas condensadas en la palma abierta de una mano fraternal. ¿Dónde estamos? ¿En qué momento estalló nuestra conciencia volando libre en millones de partículas de pura conciencia? ¿Cuál fue el sueño celestial acuñado bajo estos geniales cerros? ¿Cal fue el místico hechizo que nos hizo entremezclar el llanto y la risa en un mismo haz de luz? Una triunfante legión de pájaros trina loas a DIOS, el amanecer anuncia su llegada mandando trillones de lanzas de luminiscencia que nos permiten ver. Noche y día, silencio y murmullo, en un pasaje del alma.


Máximo Luppino

jueves, 3 de marzo de 2011

DONDE ENCONTRÉ AMISTAD




DONDE ENCONTRÉ AMISTAD

La vida siempre nos sorprendió gratamente, encontramos flores de brillante gratitud en los más desolados y áridos terrenos. Nos reconciliamos con nuestros viejos rencores y torpezas, vimos luz en las toscas sombras oscuras. Sentimos el aliento de los ángeles en todo nuestro rededor. Encontré amistad en todos los lugares que transitamos, dimos y recibimos la más fiel lealtad, mis emociones marcharon hacia adelante sin cesar cual una entrenada legión de bravos centuriones.
Pudimos sonreír en medio del dolor más tremendo; las batallas que perdimos sólo nos estimularon a ser más fuertes, astutos y poderosos. A nada tememos excepto a nuestra propia ignorancia y vanidad, ellos son en verdad los más tremendos voraces enemigos.
Hoy llueve sobre los cerros y pudimos presentir el glorioso arcoíris que se aproximaba con sus colores astrales saturados de límpida belleza. Es que la lluvia es un mensaje de los cielos, para el distraído sólo fue agua descendiendo en incontenible torrente; para nuestros amigos montañeses las lluvias son lágrimas de amor del gran soberano de los cielos. Sentimos el murmullo de los arroyos cual un auténtico canto celeste ¿Mañana?, ¿ayer? ¿La razón y sus formas? ¿El “juicio” de una pacata sociedad?... ¡Nada importa! Excepto esta lluvia rebelde y amorosa que riega de bondad nuestro silente corazón. Nos causa pena ver a hermanos “seleccionar” a sus amigos. Es como pretender digitar el magnífico derrotero de las estrellas. Tantas credenciales de honestidad nos asustan, dejen que sigamos ganando amigos entre los descartados, los expulsados del templo por los sínicos fariseos. Queremos seguir siendo amigos de aquellos que cuando la duda nos asaltó nos abrazaron en la distancia regalándonos un pensamiento de amor. Libre es la amistad con su lógica no estructurada ni encerrada en un tonto decálogo. Queremos cruzar el desierto junto a nuestros leales amigos que poco saben de acartonamientos y mentiras. Llueve en los cerros y nuestra alma es más feliz que nunca…
Máximo Luppino